De un tiempo a esta parte se ha popularizado la clasificación de tóxica a la relación que uno puede mantener en pareja, con compañeros de la oficina o incluso dentro de la familia. ¿Cómo reconocer a esta persona tóxica? ¿Qué características tiene? A continuación, algunas pistas de un experto en salud mental.

“Se califica a una persona de tóxica cuando genera malestar en sus pares, en el bienestar de los otros, sean estos su pareja o personas de su entorno laboral o familiar. Antes, a este tipo de relaciones se les llamaba patológicas, ahora se les denomina tóxicas”, manifestó Carlos Vera Scamarone, médico psiquiatra de EsSalud.

En entrevista con el programa Saludable Mente de Andina Canal on line, el experto comentó que el origen de esa toxicidad tiene estrecha relación con ciertas formas de personalidad.

“Pueden ser un poco narcisistas, histriónicos o manipuladores, cosas muy frecuentes en estos casos”. A esto se suma, haber tenido modelos de crianza inadecuados o patrones de conducta no corregidos a tiempo, y que se han normalizado con el paso de los años. Aspectos que pueden presentarse tanto en hombres como mujeres.

“Generalmente, los tóxicos hablan con personas parecidas a ellos para reforzar los aspectos que caracterizan su conducta”.

Convertir a la pareja en un objeto

Para el experto, muchos pueden terminar en una relación patológica, porque las personas tóxicas suelen ser muy seductoras, cautivadoras, desbordantes y llamar mucho la atención.

“Al principio funcionan bien porque generan adrenalina, endorfinas y eso otorga cierto bienestar, pero con el tiempo empiezan a evidenciar ciertos rasgos de su personalidad que causan malestar en su entorno”.

Cruzan la línea de la independencia y empieza el control. Monitorean los tiempos de la pareja, limitan su vida social, su forma de vestir, la obligan a pedir permiso e incluso les prohíben salir o trabajar, los aíslan.

“Creen que la pareja es su propiedad y la convierten en un objeto. Otros manifiestan necesidad de aprobación, llaman o mandan mensajes todo el día preguntando si los quieren”.

Son personas que manipulan al otro ya sea por culpa (yo hice esto o lo otro por culpa tuya) o generando vergüenza o tristeza. Los tóxicos o tóxicas desarrollan una relación de dependencia emocional y posesión que puede escalar hasta el asesinato o feminicidio.

Ante esta relación patológica, pueden ocurrir dos salidas, señala Carlos Vera: la adaptación o hacer un alto, advertir lo que nos está molestando y tomar distancia.

“Sin embargo, no es extraño encontrar parejas que se acostumbren a estas conductas y sigan a lo largo de los años, repitiendo estos vínculos de generación en generación”.

Tóxicos en la empresa

El psiquiatra refiere que las relaciones patológicas también se dan en los centros de labores, donde también existen personas tóxicas.

Son personas que tienen las mismas características de control y conflictividad, donde la vinculación, por lo general, está cargada de entredichos o malas interpretaciones de lo que en verdad está ocurriendo.

Para sobrevivir a este tipo de personas, el experto sugiere aplicar lo que denomina comunicación adulta, que además debe ser breve y concisa.

“Eso significa relacionarnos con los básico. ¿Me puedes mandar el balance? Recibido el balance. Necesito que me pases la carta y esperamos la carta. En todo momento se debe buscar que las relaciones sean adultas”.

Si es hora de comer, vamos a comer. Es decir, se trabaja juntos, pero se mantiene siempre la distancia, que no quiere decir frialdad. Se trata únicamente de comunicación adulta, “de ese modo me protejo y protejo al otro (tóxico o tóxico) para que no tenga exabruptos en su conducta”.

Cuidado con esos amigos

Esta misma mecánica puede trasladarse también a casa, donde posiblemente se tiene a un papá o tío con el cual no nos llevamos bien. De esa manera se mantiene el vínculo, pero con una distancia saludable, un nivel de comunicación que nos permita la convivencia.

El experto advierte a los padres de familia que durante la pandemia se ha visto el incremento de relaciones patológicas amicales, especialmente entre adolescentes.

“Si uno ve que uno de nuestros hijos o hijas está resolviendo siempre los problemas de los amigos o se ha convertido en un paño de lágrimas permanente de la amiga, ¡padres, alerta! No tanto para que dejen a la amiga, pero sí para implementar una estrategia que las proteja a ambas”.

Claro que hay que escuchar al otro, sostuvo, eso se llama empatía, pero cuando la amiga que siempre tiene problemas pregunte ¿y ahora qué hago? la respuesta debe ser otra pregunta ¿cómo lo resolverías tú? ¿qué piensas hacer? De repente, ella va a insistir y ante ello podría responderse “yo sé que tú sí sabes cómo resolverlo”.

“Hay que dejar claro a los adolescentes que no son los salvadores de nadie, ni los mártires del grupo y por tanto no tienen por qué cargar con una cruz psicológica e imaginaria de otros, causándose malestar. De esa manera se va a enseñar también a la otra persona a resolver sus problemas y todos se sentirán mejor”.

¿Es posible cambiar?

El experto detalló que sea la edad que se tenga siempre hay opción de cambiar, pero para eso debe existir primero el deseo de hacerlo.

Aconseja que la pareja del tóxico (a) debe trabajar primero en sí misma y evaluar si quiere realmente seguir con esa persona.

Ahora si la persona tóxica es la que busca ayuda profesional, pese a la creencia de que perderá muchos beneficios ganados con sus conductas manipuladoras, la verdad es otra, sostuvo el especialista: las conductas positivas generan respuestas positivas, caricias positivas, que siempre son más duraderas y constructivas en el tiempo.

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