Por Susana Mendoza
El Día Internacional de la Mujer, que se celebra este viernes 8 de marzo, es una oportunidad para destacar la valentía y coraje de la madre María Ramona Córdova Jiménez, quien lidera en San Juan de Miraflores (SJM) un hogar de niñas desamparadas.
Belén (14), Camila (14) y Milagros (12) aprovechan la tarde de vacaciones para seguir un curso por Internet.
En la casa hogar Talita Kum (“muchacha, levántate” en idioma arameo) viven 18 niñas, adolescentes y jóvenes y un niño de dos años. En poco tiempo se han constituido en un grupo en donde cada una, a pesar de sus vicisitudes, está aprendiendo a convivir, a quererse, a ser responsable y confiar entre ellas.
Las niñas tienen entre 4 y 10 años, mientras que las adolescentes entre 12 y 20 años. Todas comparten una historia semejante: fueron víctimas de maltrato de parte de sus progenitores o su madre falleció o no pudo sostenerlas emocionalmente en su infancia porque tenían un problema de adicción o de salud mental o de violencia, también. El padre fue el gran ausente.
A pesar de esas experiencias iniciales marcadas por el desamparo y de las huellas que seguro quedarán en su corazón, en la casa hogar Talita Kum no se ha perdido la sonrisa, las ganas de jugar, de hablar atropellándose para contar lo que hacen, y de hablar mirando a los ojos, para encontrar la complicidad y la mirada de validación que anhelan sin saberlo.
Hogar para niñas
La madre María Ramona Córdova Jiménez, entregada a Jesús mediante la Orden de las Vírgenes Consagradas de Lurín, es la líder de ese grupo desde que la obra empezó en marzo del 2023. No fue fácil. Había dejado de formar parte de una congregación a la que dedicó más de 30 años porque sintió que lo suyo era otra cosa. Solo la certeza de que Dios no la abandonaría, la ayudó a andar el nuevo camino.
Su deseo de volcar su capacidad de amar hacia personas que necesitan de su afecto y del amor de Dios fue lo que la motivó a seguir buscando su lugar en este mundo. Se dio cuenta de que su misión era cuidar a niñas y adolescentes en riesgo cuando aceptó que debía tener fe en las experiencias que se le fuesen presentando.
Así es como acogió temporalmente en Pachacámac, donde vivía, a tres niñas que habían sido abandonadas por su madre, quien padecía de adicción a las drogas; posteriormente conoció a un arquitecto que ofreció ayudarlas con el alquiler de un local.
De esta manera, llegó a San Juan de Miraflores, en donde ocupó un espacio destinado para ser un restaurante, que luego convirtió en un hogar con el apoyo de muchas personas. Hoy, María Córdova es una gran mamá a cargo de niñas y adolescentes, a las que enseña con ternura y al mismo tiempo con rigor, a superar el dolor del abandono familiar y enfrentar la vida “sin sufrir y con la frente en alto”, cuenta.
El afecto cotidiano
La madre María Ramona es pilas y alegre, siempre está haciendo algo, dentro de la casa o fuera de ella. Ahora que todas las menores están de vacaciones, ha planificado una rutina que la ayuda a conservar el orden: se levantan a las 7 de la mañana, se lavan, a las 7:40 am leen una reflexión diaria del evangelio y a las 8:30 toman su desayuno. “Cuerpo y alma bien nutridos”, afirma. A las 9:30 am se dedican a limpiar la casa que cuenta con todas las áreas domésticas.
En la tarde algunas desarrollan labores manuales, otras dibujan, otras leen, y las más grandes están llevando cursos por Internet, bajo su supervisión “Con el Internet soy muy celosa. Lo usaron durante la pandemia, para sus clases virtuales. Hoy las grandes ayudan a las chicas a usarlo solo para sus tareas”.
Y entre organizar la vida de 18 niñas, adolescentes y jóvenes, educarlas de acuerdo a su edad, necesidades e historia personal, la madre María aprende a demostrarles amor sin temor. Ella reconoce que es más sencillo orientar a las niñas porque “abren su corazón con más sencillez, mientras que las adolescentes se resisten y manifiestan otros intereses como salir con chicos, y por eso les enseño a valorarse”.
Algo bueno ocurre en la casa Hogar Talita Kum porque, a pesar de todo, no se ha perdido la ilusión ni la alegría. María Ramona y las chicas reciben con esperanza a las personas que se acercan a apoyarlas, y cambian las vidas, sin proponérselo, de quienes comparten sus afectos con ellas.
No hay imposibles para el amor
Cocó Rudolf, hija de una ecuatoriana y un suizo, confirmó su misión en este mundo tras visitar en setiembre del 2023 la casa hogar Talita Kum. Ella sabía que quería dedicarse a cuidar la salud mental de la niñez más vulnerable. Y ese día, al terminar su visita, salió con esa certeza.
“Ver la esperanza en sus caritas me llenó el corazón, me recibieron con tanto cariño. Al salir sentí que debía proteger esa ilusión y evitar que sus corazoncitos se cierren. Apoyarlas me está ayudando a ser responsable y a asumir un compromiso de largo aliento. Dios me ha dado esta oportunidad”, señala.
Este año la madre María Ramona se ha propuesto levantar la nueva casa de Talita Kum, sobre un terreno donado que está a tres cuadras de la actual. Esté atento a la convocatoria de las actividades que realizarán para hacer realidad este sueño y, para cualquier ayuda, comuníquese con ella al correo Cordovaj.9696@gmail.com ¡Para el amor, no hay imposibles!