En las profundidades de los exuberantes bosques montañosos del Perú, donde la neblina se enrosca entre los árboles ancestrales, reside una criatura que, durante décadas, se ocultó entre las sombras de la extinción: el mono choro de cola amarilla. Este majestuoso primate, el más grande de los primates nacionales, fue dado por extinto durante casi un siglo, hasta que un rayo de esperanza atravesó la densa vegetación y lo devolvió a la mirada del mundo.
Su redescubrimiento no solo marcó un hito en la historia natural del país, sino que también desencadenó una lucha ferviente por la conservación de los tesoros naturales que alberga. Enclavado en los territorios de Amazonas y San Martín, este icónico habitante de los bosques montañosos encuentra su hogar entre los 1500 y 3000 metros sobre el nivel del mar, donde la vida palpita en cada rama y cada susurro de viento.
Sin embargo, su existencia está amenazada, atrapada en un delicado equilibrio entre la supervivencia y la sombra de la extinción. La caza furtiva, la voracidad de la expansión agrícola y la cruel tala ilegal acechan sus dominios, reduciendo gradualmente su hábitat y poniendo en peligro su frágil existencia. Estimaciones dolorosas sugieren que su número fluctúa entre los 1,000 y 5,000 individuos, una cifra que susurra el peligro constante que enfrentan.
No obstante, en la protección de este noble primate se teje una red de esperanza. El Parque Nacional del Río Abiseo se yergue como un bastión de conservación, un refugio seguro donde el mono choro de cola amarilla puede hallar resguardo y donde los bosques de neblina pueden respirar sin temor a la voracidad humana. Este santuario no solo alberga a esta especie emblemática, sino que también custodia a otras maravillas naturales, como el cedro de altura y el romerillo, dos tesoros vegetales en peligro de desaparición.
El compromiso con la protección de esta especie trasciende las fronteras del parque, extendiéndose a otras áreas naturales protegidas como el Santuario Nacional Cordillera de Colán, la Reserva Comunal Chayu Nain y el Bosque de Protección Alto Mayo. Incluso en territorios privados, como el Área de Conservación Privada Abra Patricia Alto Nieva, se alza la bandera de la conservación.
En Perú existen otras iniciativas para proteger al emblemático mono choro cola amarilla que habita únicamente en la selva de nuestro país, principalmente en los bosques nublados de San Martín, Amazonas y Junín; y cumple un rol importante en la conservación de esos territorios, pues, además de ser un gran dispersor de semillas, tiene influencia en la estructura de los bosques y en la presencia de otros animales en ese tipo de ecosistemas.
El Ministerio del Ambiente (Minam) lanzó una estrategia para trabajar de forma coordinada con diferentes entidades competentes y organizaciones de la sociedad civil para protegerlo, ya que se encuentra clasificado como críticamente amenazado, situación que puede agravarse por los efectos del cambio climático.
Pero el peligro persiste, como una sombra oscura que acecha en la periferia de la existencia del mono choro de cola amarilla. La destrucción de su hogar, fragmentado por la voracidad de la agricultura migratoria y la insaciable tala ilegal, así como la amenaza constante de la cacería y el comercio ilegal de especies, arrojan una sombra ominosa sobre su porvenir.
En medio de este delicado equilibrio entre la vida y la sombra de la extinción, surge un llamado urgente a la acción, un clamor por la protección de estos tesoros naturales que, una vez perdidos, no pueden ser recuperados.